TRABAJO DIGNO
Karl Marx afirmó que “el trabajo dignifica al hombre” Desde nuestra posición, antagónica en la mayoría de los casos con el autor, no podemos sino
poner en valor dicha afirmación y desde la misma tratar de reflexionar sobre el
trabajo en nuestros días.
Todo ser humano que se quiera sentir realizado debe trabajar. Cuando
hablamos de trabajar nos referimos a la actividad ya sea manual y/o intelectual
de crear o producir algo en el que es necesario un esfuerzo físico, mental o la
combinación de ambos. La persona ociosa, forzada a ello o no, especialmente durante
sus años más productivos si no crea lo más probable es que se vea abocada a la
desesperación. Toda persona posee una chispa creadora y una iniciativa natural
por mejorar o por hacer cosas. Cuando esa chispa no es atendida debidamente
conduce al sujeto a la frustración. Sin embargo, cuando a un hombre se le da la
oportunidad de crear y desarrollar sus capacidades, este se crece y será capaz
de sobreponerse a las adversidades y dar lo mejor de si mismo.
En nuestros días, el sistema liberal en el que vivimos, especialmente en
nuestras tierras, es particularmente sangrante. Por un lado tenemos a un sector
de la población que quiere trabajar y no encuentra trabajo y por otro están los
que trabajan pero lejos de las condiciones justas a su formación o experiencia.
Si juntamos ambos sectores podremos comprobar que se trata de una gran mayoría
de la población. Los primeros al carecer de trabajo difícilmente podrán
sentirse realizados y los segundos a pesar de tenerlo tampoco ya que se
sentirán utilizados e infravalorados.
Esta situación genera un caldo de cultivo de impotencia que con las debidas
dosis de limosna empuja a una apatía general y una tendencia al egoísmo. Es
decir unos y otros reciben, ya sea por parte del estado (vía directa o
indirecta) o de las empresas, una limosna para que se mantengan a flote con más
o menos dificultades pero ninguno de los dos podrá sentirse realizado. A pesar
de ese sentimiento poca gente se atreve a alzar la voz, los unos porque esa
limosna estatal les va hundiendo poco a poco en un pozo del cual es cada vez
más difícil salir y los otros porque se ven prescindibles (debido a la enorme
falta de puestos de trabajo) y necesitan de esa limosna empresarial para poder vivir.
Dada esta triste situación es hora de que busquemos poner en valor la
afirmación del filósofo alemán. En el mundo del trabajo se está retrocediendo a
décadas propias del siglo XIX y a menos que no se haga algo para detenerlo
nuestra sociedad irá reculando cada vez más. Actualmente y bajo el paraguas de
la crisis muchas empresas mantienen en una situación intolerable a sus
trabajadores. Muchos trabajadores son invitados
a realizar horas extra no remuneradas porque el trabajo tiene que salir. Hay empresas
que se aprovechan de contratos en prácticas que van renovando hasta el límite
legal para después deshacerse del trabajador y coger a otro recién graduado y
empezar de nuevo. Otras preguntan en sus entrevistas si tienen pensado formar
una familia o si tienen hijos. Muchas empresas piden unos requisitos que están muy lejos del salario que ofrecen. Podríamos seguir, y puede que lo hagamos en
algún momento, enumerando todos los abusos y tretas que las empresas utilizan
en su favor a costa del trabajador pero como mínima muestra es suficiente.
Los trabajadores que se encuentran en estas situaciones aun sabiendo lo
injusto de las mismas optan por acceder y con resignación admiten que no les
queda otra opción si no quieren perder su trabajo y la limosna que perciben por
el mismo. Dada la situación se comprende y más si actuamos como individuos en
vez de cómo grupo. ¿Dónde queda la dignidad de la persona cuando se trabaja por
tan solo un plato de lentejas?
Si queremos revertir la situación y que todos podamos aspirar a tener un
trabajo en condiciones justas y que este nos dignifique es necesario que
empecemos a organizarnos. Desde carlistas matritenses pensamos que hay que
sobreponerse al egoísmo e individualismo al que nos empuja el actual sistema y
unamos fuerzas. Si uno piensa que como una situación, la que sea, no le afecta
y no debe involucrarse está muy confundido porque actualmente no hay nada ni
nadie que pueda asegurarle que no le pueda ocurrir lo mismo a él en un futuro.
Cuando la gente se organiza es mucho más fácil conseguir las cosas. Cuatro
brazos tiran más que dos. Cuando hablamos de organización nos referimos a una
organización libre y que busque el bien común. Que no dependa de factores
externos como los sindicatos mayoritarios, los cuales, dejaron de representar a
los trabajadores cuando aceptaron dinero público. En ese momento dejaron de ser
libres para ser esclavos y ser representantes de ellos mismos, nada más.
Las alarmas llevan tiempos encendidas, nos hablan de recortes en derechos
laborales para ser más competitivos, de asianizar
el mercado laboral o incluso de rentas universales. Mientras tanto, los que trabajan ven que su mísero sueldo no
les permite ahorrar y debido a la alta temporalidad es imposible hacer planes a
medio-largo plazo. Despertemos, todavía queda tiempo, somos una nación con gran
inventiva y capacidad para sobreponerse a los problemas.
Luchemos por un trabajo digno, que nos dignifique y en el cual se nos
valore de forma justa por la labor realizada, la que sea. Solo así podremos afirmar de nuevo que el trabajo
dignifica al hombre y solo así podremos ser libres y dueños verdaderos de
nuestro futuro.